El multimillonario estadounidense de origen húngaro Charles Simonyi se ha convertido en el único turista espacial que repite odisea. Después de su viaje espacial en 2007, hoy ha vuelto a despegar a bordo de una nave rusa desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán.
Simonyi, que hizo fortuna desarrollando el editor de texto Word y la hoja de cálculo Excel para Microsoft (a partir de la aplicación Bravo desarrollada en el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto) alcanzará la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) dentro de dos días. Sus dos viajes espaciales le han costado unos 44 millones de euros, y ha asegurado que ésta será la última de sus odiseas fuera de la Tierra.
"Estoy feliz de volver a estar aquí como miembro de de esta excelente y experimentada tripulación", dijo Simonyi en un comunicado leído en ruso ante una comisión estatal que dio el visto bueno a la tripulación.
"No puedo volar una tercera vez porque me acabo de casar y tengo que pasar tiempo con mi familia", dijo Simonyi durante un breve encuentro con los periodistas tras un muro hermético de cristal. El magnate, de 60 años, se casó con una mujer sueca de 28 años en noviembre pasado.
Viajan con él a la ISS Gennady Padalka, de Rusia, y Michael Barratt, de EEUU. La esposa de Simonyi, amigos y familiares presenciarán el despegue de la nave.
Simonyi, vestido con chaqueta y camisa blanca, sonrió desde el otro lado del cristal mientras sus amigos y familiares se reunían en una instalación de la era soviética para desearle suerte.
Su mujer, Lisa Persdotter, le besó a través del cristal y le tomó unas cuantas fotografías.
"Está muy animado. Se siente muy privilegiado de poder volver al espacio", dijo Eric Anderson, presidente de Space Adventures, la empresa que organiza viajes espaciales para turistas.
Una misión de 12 días
Durante los doce días de estancia en la ISS -en 2007 estuvo trece días-, Simonyi trazará un plano de la contaminación radiactiva de la plataforma orbital. Los resultados de sus investigaciones servirán para mejorar los sistemas de defensa de la Estación frente a la radiación cósmica.
Además, entre los experimentos que le han encargado las agencias espaciales europea y rusa, Simonyi estudiará los efectos de los vuelos espaciales sobre la osteoporosis y los dolores de espalda. También se comunicará con estudiantes radioaficionados y tomará fotos de la Tierra.
Simonyi, que trabajó en Microsoft desde sus orígenes y tiene una fortuna estimada en mil millones de dólares (casi 737 millones de euros), ha pagado unos 35 millones de dólares (25,7 millones de euros) por su segundo viaje al ingenio espacial, diez millones más que hace dos años. Es el sexto turista espacial de la historia.
Space Adventures retiró recientemente de su página web la lista de precios para los vuelos a la ISS, por lo que Simonyi será durante varios años el último turista en poner los pies en la plataforma orbital.
Con el fin de acelerar la construcción de la plataforma orbital, los países participantes en este proyecto internacional aumentarán de tres a seis el número de integrantes de las tripulaciones permanentes de la ISS, que suelen pasar en la órbita medio año.
Por ello, a partir de ahora en las naves rusas Soyuz ya no habrá hueco para turistas espaciales, aunque pongan sobre la mesa varias decenas de millones de dólares.
Aun así, no todo está perdido para los multimillonarios que quieran gastarse parte de su fortuna en cumplir su sueño de surcar el espacio sideral, ya que Energuia tiene previsto construir para 2012 una nueva Soyuz especial para turistas.
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