La llamada “guerra de los navegadores”, entre 1994 y 1998, fue uno de esos episodios interesantísimos en la historia de la tecnología, que se estudian en las escuelas de negocios, tiene su propia nota técnica en el catálogo de Harvard y su entrada en la Wikipedia en ingles y en español. Las batallas por la cuota de mercado en la web entre Netscape y Internet Explorer sirven para ilustrar estrategias de competencia de todo tipo, desde el uso de los estándares como arma competitiva hasta el llamado bundling (agrupación en lote con otros productos), con ejemplos auténticamente “de libro”.
Diez años despues del fin oficial de la guerra, parece que podría reabrirse de nuevo el frente, con actores y estrategias por supuesto diferentes. Por un lado, un Firefox heredero natural del Netscape que cuenta ya con importantes cuotas de mercado en algunos entornos y con su versión 3 en los estadíos finales como beta. Por otro, un Internet Explorer que se mantiene con una importante cuta de mercado y con una tendencia a corregir estrategias del pasado y a respetar cada vez más y mejor los estándares. Y por otro, el Safari de Apple con movimientos tan agresivos - y cuestionables - como la actualización sin permiso vinculada a otros productos (una reedición de la estrategia de bundling de Microsoft que todos saltaríamos a degüello si la hubiese hecho la marca de Redmond), o un Opera con penetraciones interesantes en plataformas como los móviles, en las que también se juega una parte muy importante de la batalla.
Por un lado, la batalla parece haberse “hecho mayor”: se compite, cada día más, en ligereza, en eficiencia en el uso de recursos de memoria, en solidez. Por otro, el navegador ha dejado de ser un navegador, y es una auténtica máquina virtual en sí misma en la que ejecutar todo tipo de programas en Flash, Java, AJAX, etc. y que sirve cada día más como base para la interoperabilidad de aplicaciones entre plataformas. Además, las estrategias se hacen cada vez más interesantes, especialmente la “competencia por la apertura”, la lucha por ver quién es más abierto de todos: la tradicional ventaja de Firefox por ser una plataforma abierta para la que muchísima gente desarrolla un amplísimo ecosistema de plugins se intenta contrarrestar con la liberación del SDK de iPhone, con un Android con licencia Apache (que los fabricantes pueden modificar y cerrar posteriormente reteniendo su propiedad intelectual), o con los intentos de Microsoft por construir un ecosistema similar alrededor del MSIE 8 tras haberlo intentado de manera bastante infructuosa con la versión 7 del mismo.
La batalla, sin duda, va a ser interesantísima, y esperemos que no tan cruenta como la anterior: se compite ya no sólo por la cuota de mercado en Internet, sino por lo que está siendo cada día más el espacio de trabajo de más personas, el verdadero nuevo desktop. Y lo sano para todos es que el mercado acabe dictaminando una situación equilibrada, con competencia y con ausencia de monocultivos que hagan la totalidad del ecosistema fácilmente vulnerable. Va a ser para estudiarlo.
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