Google no tenía mucho interés en apoderarse de una tajada premium de las ondas radiales de Estados Unidos, pero a una semana de la largada de la subasta oficial de radiofrecuencias, se encontró en peligro de ser el ganador del codiciado espectro.
El espectro habría costado US$ 4.700 millones, y habría significado la inversión más grande del motor de búsqueda. Ganar esa licitación le habría significado meterse de lleno en el negocio inalámbrico y habría derrumbado el valor de sus ya castigadas acciones.
Google hizo su oferta en la subasta para honrar una promesa hecha a la comisión Federal de Comunicaciones. El último verano, la compañía había prometido ofertar un mínimo de US$ 4.600 millones, el precio de reserva, por un conjunto de frecuencias conocidas como el bloque C siempre que la CFC impusiera ciertas condiciones de "apertura". La CFC impuso dos condiciones, que requieren al propietario del espectro abrir su red a aparatos y servicios de terceros.
El principal objetivo de Google, sin embargo, no era ganar sino asegurar que el precio de reserva se pagara para que las condiciones de apertura se hicieran efectivas. Eso asegura que el público pueda acceder a sus servicios de búsqueda, e-mail, mapas y demás desde teléfonos que operan sobre esas frecuencias. Pero aunque la compañía había accedido a correr el riesgo de ganar, bien podía terminar ganando. Y estuvo cerca.
"Nuestro objetivo principal era asegurar las condiciones de apertura," dijo a la prensa Richard Whitt, asesor de Google en materia de comunicaciones y medios.
La subasta reunió más de US$ 19.000 millones, mucho más de lo esperado. Con todo, hay quienes afirman que no logró promover la competencia puesto que solidificó las posiciones de AT&T y Verizon Wireless, las dos transportadoras más grandes, que ganaron la mayoría de las licencias. Hay economistas que objetan la forma en que se organizó la subasta y señalan que, entre otras cosas, dos grupos frequencies, conocidas como bloques A y B, se vendieron a precios muy superiores a los del bloque C.
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