Aquí hay agendas ocultas". Maulidi Diwayu tiene 50 años y lleva toda su vida viviendo en el delta del río Tana, en Kenia, donde subsiste como ganadero. Maulidi no se fía de los políticos kenianos y cuenta que en los últimos diez años ha visto ya tres intentos de explotar económicamente el humedal, donde habitan reptiles, hipopótamos y más de 350 especies de aves.
Diwayu es uno de los líderes locales que ha emprendido acciones en los tribunales para frenar uno de estos intentos: el controvertido plan de la empresa azucarera Mumias Sugar, que pretende poner en marcha una plantación de caña de azúcar en 20.000 hectáreas dentro del delta del río Tana. La producción se dedicaría a producir etanol, un biocombustible cuya demanda está en alza, especialmente después de que la subida mundial de los precios de los alimentos arrojara dudas sobre la conveniencia de los biocombustibles producidos con cereales.
El juzgado de Malindi, en la costa de Kenia, tiene previsto celebrar este mes una vista sobre el plan, que ya fue parado temporalmente el pasado julio por un tribunal de Nairobi a la espera de una revisión judicial de su impacto.
"Si el agua se usa para irrigación, si se construye una presa, el delta se secará", dice Diwayu. "Sin agua, los animales también se moverán. Los hipopótamos y cocodrilos irán a zonas habitadas por humanos y supondrán un peligro".
La empresa asegura que la producción disminuirá el déficit anual de azúcar del país, que importa 200.000 toneladas; dará empleo a 20.000 personas, y permitirá producir biocombustibles.
"El delta del río Tana representa el único humedal que tenemos en Kenia y uno de los tres que hay en África", explica Paul Matiku, director de la organización de conservación Nature Kenya, una de las organizaciones que se han personado en la causa judicial para parar el plan de cultivo de azúcar. "Es una importante zona de aves, hay especies amenazadas y otras que sólo se encuentran aquí. Destruirlo sería destruir un tesoro", añade.
Un puerto a cambio de tierra
Matiku cree que sustituir la diversidad de usos del terreno por el monocultivo de caña de azúcar "destruirá el delta, y el actual modo de vida sostenible de sus habitantes".
Al plan azucarero se añadió hace poco gran otro proyecto gubernamental, marcado por la falta de transparencia. Según la prensa keniana, el Ejecutivo quiere ceder en leasing un terreno cercano al delta al Gobierno de Qatar. Éste lo usaría para cultivar alimentos, y a cambio construiría en la cercana isla de Lamu un puerto con un coste de más de 1.900 millones de euros.
"El Gobierno no ha dado información, nadie sabe los detalles de la operación ni qué área se cultivaría. Nos tememos que sea un intento de cambiar el proyecto del azúcar, paralizado por los tribunales, por otro", sostiene Diwayu.
La activista medioambiental Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004, se opone a que se intervenga en el delta. "Este Gobierno trata los recursos naturales como si fueran de su propiedad", dijo a Público Maathai. "El delta es un ecosistema frágil que no debería emplearse para la agricultura", añadió.
La Nobel keniana se destacó precisamente en los años 90 por oponerse a los intentos de un Gobierno autoritario de arrasar con bosques para construir viviendas o repartir el terreno entre sus aliados políticos. Hoy, la corrupción sigue siendo uno de los grandes problemas del país y el apoyo del Gobierno a los planes en el delta despierta sospechas.
"El proyecto tiene motivaciones políticas y sólo busca el crecimiento económico por encima de todo", concluye el director de Nature Kenya.
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