La justicia sueca inició hoy el proceso por piratería y violación de los derechos de autor contra la página web de internet The Pirate Bay, considerada como uno de los portales más importantes del mundo para el intercambio y descarga de archivos.
Cuatro responsables del portal con base en Suecia han sido acusados de ofrecer a través de The Pirate Bay, la posibilidad de descargar películas, series enteras de televisión o música sin pagar ni un euro y en muchos casos antes de su estreno en los cines o la pequeña pantalla.
A la acusación oficial se han sumado por este hecho un grupo de abogados que representan los intereses de varios de los principales grupo cinematográficos y musicales de Estados Unidos. El juicio tiene también carácter novedoso por ser el primero en la historia de Suecia que se puede seguir en directo en su totalidad a través, precisamente, de Internet, aunque sólo escucharlo, ya que la ley sueca no permite difundir imágenes de las salas donde se celebran los juicios.
Tanto los presuntos piratas suecos como sus rivales en la sala de la industria cinematográfica y musical consideran que el proceso puede ser decisivo en la pugna mundial sobre la descarga gratuita de música, películas, sofware y otros productos digitales. "Nosotros somos los mayores distribuidores de cultura y medios del mundo", dijo Frederik Neij, uno de los responsables del portal poco antes de iniciarse el juicio.
El proceso no deja de tener complicaciones jurídicas ya que The Pirate Bay no guarda en sus servidores ni una sola película o canción de las que se pueden descargar a través de su portal y mediante la tecnología P2P.
Respuestas irreverentes
Aunque portales para la descarga gratuita de archivos digitales existen por miles en la red mundial de internet, ninguno ha hecho frente a las amenazas de la industria de redadas, cierres y denuncias con tanto descaro como The Pirate Bay.
"Os podéis meter el alambre de espino en el trasero. Enviadnos más amenazas de denuncias que andamos escasos de papel en el baño", fue la última respuesta de Gottfrid Svartlom, otro de los acusados, a la última carta que le envió el consorcio norteamericano Warner.
Pese al éxito de su portal, Svartlholm y sus compañeros no ambicionan hacer dinero con el servicio que ofrecen y luchan como militantes convencidos contra toda forma de regulación de internet.
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