El genoma de un lemur, un primate del tamaño de una ardilla que vive únicamente en Madagascar, puede ayudar a los científicos a comprender cómo los virus como el del sida evolucionaron con los primates, según una investigación de la escuela de medicina de la universidad estadounidense de Stanford.
El estudio, que se publica hoy en la versión en internet de "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS) puede echar luz sobre el motivo por el que no contraen el sida los primates no humanos, y llevar al desarrollo de nuevos tratamientos para las personas.
El investigador Rob Glifford, autor principal del estudio, analizó el ADN de 21 especies de primates en busca de una cadena de nucleótidos equivalente al genoma del moderno lentivirus -una familia de virus en la que se incluye el de inmunodeficiencia humana (VIH)- y la encontró en el ADN del pequeño lemur.
Los científicos estaban convencidos de que los lentivirus comenzaron a infectar a los primates hace ya millones de años, incluso hace 85 millones de años, según Glifford.
Los lentivirus se reproducen insertando su ácido ribonucleico en el ADN de una célula y se sabe que algunos de estos retrovirus han infectado células que se convierten en esperma u óvulos, con lo que se incorpora un ADN viral en el genoma del huésped.
Hasta el año pasado, cuando Glifford descubrió un lentivirus endógeno en el ADN del conejo europeo, se ignoraba que los lentivirus podían heredarse de este modo.
Los ancestros del lemur moderno colonizaron Madagascar hace 75 millones de años y desde entonces han evolucionado lejos de sus primos africanos portadores del lentivirus, de los que están separados por 400 kilómetros de mar.
El último de los puentes terrestres ocasionales entre ambos lugares desapareció bajo el mar hace 14 millones de años, lo que sugiere que los lentivirus tienen por lo menos esa edad, según los investigadores.
No obstante, Glifford se muestra cauto sobre la edad del virus, ya que advierte de que podría haberse expandido en los últimos 14 millones de años a través de murciélagos que habrían cruzado el océano.
Pero otro de los investigadores, Robert Shafer, afirma que esto es improbable porque los murciélagos y los primates son familiares muy lejanos, lo que hace muy difícil el salto del lentivirus de uno a otro.
El descubrimiento de Glifford sugiere que los lentivirus pueden encontrarse en otros lugares, entre los monos asiáticos y del Nuevo Mundo.
"Hasta donde nosotros sabemos, nadie ha buscado tan en serio", señala el investigador, uno de los pocos que utiliza bases de datos del genoma en busca de retrovirus.
El hallazgo de una interacción extendida entre lentivirus y primates podría abrir las puertas a la investigación sobre el VIH y el sida.
Los primates que están infectados con el virus de la inmunodeficiencia en simios están protegidos del sida por varios genes codificadores de proteínas en el sistema inmunitario que frenan o bloquean la reproducción retroviral.
Según investigaciones anteriores, estos genes han evolucionado como una respuesta a millones de años de infección por un retrovirus.
Hasta ahora, los científicos creían que los lentivirus eran demasiado jóvenes para haber desencadenado este toma y daca evolutivo.
Pero si Glifford y sus colegas encuentran más pruebas de que la interacción entre lentivirus y primates data de hace varios millones de años, podrían dar la vuelta a esta teoría.
Esto podría conducir a una mayor comprensión de la evolución del sistema inmunitario contra los retrovirus y tener implicaciones para el tratamiento o la vacuna contra el sida.
Según la investigadora Beatrice Hahn, del departamento de Medicina de la universidad de Alabama (EEUU), esta investigación "plantea una serie de preguntas interesantes sobre cómo los mamíferos han respondido a estos tipos de virus durante un mínimo de 14 millones de años, las defensas que han desarrollado y por qué algunas especies han perdido estos virus".
"Esto es arqueología molecular", dijo.
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